domingo, março 14, 2004
Nació en Mozambique y aspira a ser Primera Dama
RUI FERREIRA /El Nuevo Herald
FORT LAUDERDALE
Su voz es casi un susurro, como si estuviera aún en las planicies africanas mirando el paso de antílopes, pero al mismo tiempo trasmite una tranquilidad que lleva a alguien a comentar: ``Esa mujer habla como una madre haciéndole un cuento a un hijo para dormirlo''.
Teresa Heinz Kerry, menos conocida como Maria Teresa Thierstein Simoes Ferreira, pudiera ser la próxima primera dama de Estados Unidos. Pudiera ser, también, la primera nacida en otro país, en Mozambique.
''Este sol me recuerda de donde vengo, de la costa oriental de Africa. El sur de la Florida tiene un cierto sabor muy particular, con su sol, el calor, y me siento como en casa en este estado con una tan amplia comunidad hispana'', dijo recientemente en Fort Lauderdale a un grupo de partidarias de su esposo, el candidato demócrata a la presidencia John Kerry.
Además, el alto número de refugiados políticos que hay en la Florida también le recuerda su pasado. ''Vine de Africa, de un país que vivía bajo una dictadura, con un dictador aferrado al poder. ¿Y saben lo que eso significa? Que no se podía hablar, que si se hablaba podíamos ir presos o perder el empleo; la dictadura modelaba tu vida'', añadió.
En una conversación con El Nuevo Herald, Heinz Kerry profundizó en sus raíces. ''Si uno se olvida de su pasado, sencillamente se está olvidando de quién es. Si uno lo desconoce, deja de existir. Yo no me olvido de dónde vine; sé lo que es el Tercer Mundo. ¡Nací allí! Conozco la pobreza que me rodeaba, la falta de atención médica, de educación. No se puede crecer sin educación'', agregó, definiendo una idea que más tarde ampliaría ante los seguidores de su esposo.
Y ''precisamente por eso quiero ser [en la Casa Blanca] una voz del Tercer Mundo, porque yo nací en el Tercer Mundo'', sostuvo.
Pero hay otra razón también. Después que estudió en Suiza, donde conoció a John Heinz, Teresa trabajó en el Comité de los 24, un organismo de Naciones Unidas, y lo que vio allí no sólo no le gustó sino que también la hizo tomar una decisión importante: dedicarse a los más desfavorecidos.
''Entre nosotros: los embajadores recibían todos aquellos informes hablando de las condiciones de pobreza que les preparábamos y los botaban. Hablo por experiencia propia, no les interesaba resolver los problemas del Tercer Mundo. Por eso digo que seré una voz del Tercer Mundo'', aseveró con pasión. Es el único momento de la jornada en que alza la voz para hacer valer una opinión.
Llegada a la política casi por accidente, después que su esposo decidió lanzarse a la carrera presidencial, dijeron quienes conocen a Heinz Kerry que ella ha llevado a la campaña de su esposo una cierta dosis de autenticidad y pasión, como nunca se ha visto.
Ella no lo oculta, y se desdobla en explicaciones tratando de hacer comprender a la audiencia que el programa de gobierno de su marido tiene un fuerte énfasis en la familia, la infancia y la protección de los necesitados.
Para ellos, habrá que recurrir al trabajo de miles de voluntarios que fue, desde que llegó a Estados Unidos en la década de 1960, lo que más le impresionó de este país.
''Para mí, los americanos siempre han sido genuinos, generosos, y desprendidos como nadie, y esa es la cara que los Cuerpos de Paz han mostrado al mundo. Creo que deberíamos tener nuestros propio cuerpo de paz interno, para dar esperanza a la gente. Eso es de lo que se trata toda esta campaña'', explicó.
Heinz Kerry, de 65 años, pasó a ser una de la mujeres más ricas de Estados Unidos tras heredar la fortuna de John Heinz, el dueño del imperio alimenticio Heinz, fallecido en 1991 en un accidente de aviación. La pareja era ampliamente conocida por sus actividades filantrópicas, pero ella también es una fuerte activista ambiental, lo cual la llevó precisamente a aproximarse a Kerry durante la Cumbre Mundial de la Tierra en 1992.
Ya se conocían, de hecho Heinz los había presentado años antes, pero fue en Río de Janeiro donde comenzaron el romance, donde Heinz Kerry, sin ocultar una cierta mirada de nostalgia, dijo que comenzó a redescubrir el amor y la pasión. ``He sido muy afortunada. He tenido a dos John y los dos son muy buenos''.
Pero no es sólo la defensa del ambiente su campo de batalla. Heinz Kerry también tiene preocupaciones sociales que van mucho más allá de expresiones fútiles de salón.
La esposa del candidato nació en Lourenco Marques [hoy Maputo], entonces capital de una de las colonias intelectualmente más desarrolladas de Portugal. Hija de un médico y una ama de casa, nacidos en la metrópoli, la joven María Teresa Simes Ferreira se desenvolvió en la sociedad colonial portuguesa más liberal y racialmente más tolerante de todas.
De Mozambique han salido políticos, intelectuales, abogados y deportistas que hoy día se caracterizan por sus posiciones políticas avanzadas. Y Heinz Kerry creció entre todos ellos.
El pintor mozambiqueño Malangatana se acuerda bien de ''Terezinha'' cuando trabajaba como empleado de mesa en un céntrico café. ''Siempre estaba sonriendo y hablaba bien con todo el mundo. Siempre fue una muchacha muy alegre'', dijo.
Lo sigue siendo. La sonrisa no se apaga nunca, ni cuando habla de sus orígenes y el calvario que sus padres atravesaron. ''Mis padres perdieron todo por los comunistas, incluso la posibilidad de vivir y morir en el país que tanto querían'', afirmó, refiriéndose a las consecuencias de la independencia de Mozambique en 1975, que condujo al éxodo de miles de colonos a quienes les confiscaron sus propiedades.
Casi 30 años después está a un paso de la Casa Blanca.
¿Ha cambiado mucho su vida con esta campaña?.
``Por lo menos me he vuelto más atenta. Me enfoco más en los temas, los estudio para poder responder todas las preguntas''.
¿Que deberíamos hacer con Haití?
''Enviar una fuerza de paz, una fuerza de ayuda económica y una fuerza educacional. La raíz de la pobreza es la educación y hay que desarrollar educacionalmente a Haití, si no los haitianos no van salir nunca de donde están. Eso es lo que mi John propone'', aseguró.
© 2004 El Nuevo Herald
FORT LAUDERDALE
Su voz es casi un susurro, como si estuviera aún en las planicies africanas mirando el paso de antílopes, pero al mismo tiempo trasmite una tranquilidad que lleva a alguien a comentar: ``Esa mujer habla como una madre haciéndole un cuento a un hijo para dormirlo''.
Teresa Heinz Kerry, menos conocida como Maria Teresa Thierstein Simoes Ferreira, pudiera ser la próxima primera dama de Estados Unidos. Pudiera ser, también, la primera nacida en otro país, en Mozambique.
''Este sol me recuerda de donde vengo, de la costa oriental de Africa. El sur de la Florida tiene un cierto sabor muy particular, con su sol, el calor, y me siento como en casa en este estado con una tan amplia comunidad hispana'', dijo recientemente en Fort Lauderdale a un grupo de partidarias de su esposo, el candidato demócrata a la presidencia John Kerry.
Además, el alto número de refugiados políticos que hay en la Florida también le recuerda su pasado. ''Vine de Africa, de un país que vivía bajo una dictadura, con un dictador aferrado al poder. ¿Y saben lo que eso significa? Que no se podía hablar, que si se hablaba podíamos ir presos o perder el empleo; la dictadura modelaba tu vida'', añadió.
En una conversación con El Nuevo Herald, Heinz Kerry profundizó en sus raíces. ''Si uno se olvida de su pasado, sencillamente se está olvidando de quién es. Si uno lo desconoce, deja de existir. Yo no me olvido de dónde vine; sé lo que es el Tercer Mundo. ¡Nací allí! Conozco la pobreza que me rodeaba, la falta de atención médica, de educación. No se puede crecer sin educación'', agregó, definiendo una idea que más tarde ampliaría ante los seguidores de su esposo.
Y ''precisamente por eso quiero ser [en la Casa Blanca] una voz del Tercer Mundo, porque yo nací en el Tercer Mundo'', sostuvo.
Pero hay otra razón también. Después que estudió en Suiza, donde conoció a John Heinz, Teresa trabajó en el Comité de los 24, un organismo de Naciones Unidas, y lo que vio allí no sólo no le gustó sino que también la hizo tomar una decisión importante: dedicarse a los más desfavorecidos.
''Entre nosotros: los embajadores recibían todos aquellos informes hablando de las condiciones de pobreza que les preparábamos y los botaban. Hablo por experiencia propia, no les interesaba resolver los problemas del Tercer Mundo. Por eso digo que seré una voz del Tercer Mundo'', aseveró con pasión. Es el único momento de la jornada en que alza la voz para hacer valer una opinión.
Llegada a la política casi por accidente, después que su esposo decidió lanzarse a la carrera presidencial, dijeron quienes conocen a Heinz Kerry que ella ha llevado a la campaña de su esposo una cierta dosis de autenticidad y pasión, como nunca se ha visto.
Ella no lo oculta, y se desdobla en explicaciones tratando de hacer comprender a la audiencia que el programa de gobierno de su marido tiene un fuerte énfasis en la familia, la infancia y la protección de los necesitados.
Para ellos, habrá que recurrir al trabajo de miles de voluntarios que fue, desde que llegó a Estados Unidos en la década de 1960, lo que más le impresionó de este país.
''Para mí, los americanos siempre han sido genuinos, generosos, y desprendidos como nadie, y esa es la cara que los Cuerpos de Paz han mostrado al mundo. Creo que deberíamos tener nuestros propio cuerpo de paz interno, para dar esperanza a la gente. Eso es de lo que se trata toda esta campaña'', explicó.
Heinz Kerry, de 65 años, pasó a ser una de la mujeres más ricas de Estados Unidos tras heredar la fortuna de John Heinz, el dueño del imperio alimenticio Heinz, fallecido en 1991 en un accidente de aviación. La pareja era ampliamente conocida por sus actividades filantrópicas, pero ella también es una fuerte activista ambiental, lo cual la llevó precisamente a aproximarse a Kerry durante la Cumbre Mundial de la Tierra en 1992.
Ya se conocían, de hecho Heinz los había presentado años antes, pero fue en Río de Janeiro donde comenzaron el romance, donde Heinz Kerry, sin ocultar una cierta mirada de nostalgia, dijo que comenzó a redescubrir el amor y la pasión. ``He sido muy afortunada. He tenido a dos John y los dos son muy buenos''.
Pero no es sólo la defensa del ambiente su campo de batalla. Heinz Kerry también tiene preocupaciones sociales que van mucho más allá de expresiones fútiles de salón.
La esposa del candidato nació en Lourenco Marques [hoy Maputo], entonces capital de una de las colonias intelectualmente más desarrolladas de Portugal. Hija de un médico y una ama de casa, nacidos en la metrópoli, la joven María Teresa Simes Ferreira se desenvolvió en la sociedad colonial portuguesa más liberal y racialmente más tolerante de todas.
De Mozambique han salido políticos, intelectuales, abogados y deportistas que hoy día se caracterizan por sus posiciones políticas avanzadas. Y Heinz Kerry creció entre todos ellos.
El pintor mozambiqueño Malangatana se acuerda bien de ''Terezinha'' cuando trabajaba como empleado de mesa en un céntrico café. ''Siempre estaba sonriendo y hablaba bien con todo el mundo. Siempre fue una muchacha muy alegre'', dijo.
Lo sigue siendo. La sonrisa no se apaga nunca, ni cuando habla de sus orígenes y el calvario que sus padres atravesaron. ''Mis padres perdieron todo por los comunistas, incluso la posibilidad de vivir y morir en el país que tanto querían'', afirmó, refiriéndose a las consecuencias de la independencia de Mozambique en 1975, que condujo al éxodo de miles de colonos a quienes les confiscaron sus propiedades.
Casi 30 años después está a un paso de la Casa Blanca.
¿Ha cambiado mucho su vida con esta campaña?.
``Por lo menos me he vuelto más atenta. Me enfoco más en los temas, los estudio para poder responder todas las preguntas''.
¿Que deberíamos hacer con Haití?
''Enviar una fuerza de paz, una fuerza de ayuda económica y una fuerza educacional. La raíz de la pobreza es la educación y hay que desarrollar educacionalmente a Haití, si no los haitianos no van salir nunca de donde están. Eso es lo que mi John propone'', aseguró.
© 2004 El Nuevo Herald