quinta-feira, setembro 02, 2004
Críticas a la política de inmigración de Bush
RUI FERREIRA / El Nuevo Herald
NUEVA YORK
Al antiguo presidente municipal del Bronx se le arquean las cejas cuando escucha a los republicanos hablar de política migratoria. Para el demócrata Fernando Ferrer, en este aspecto ``estamos hablando dos idiomas diferentes''.
Básicamente, explicó, hay una diferencia clara entre lo que se dice en la Convención Nacional Republicana y lo que cuatro años del presidente George W. Bush han significado para los inmigrantes.
''Uno de los valores de Estados Unidos ha sido siempre reconocer la contribución de los inmigrantes, y ellos lo dicen. Pero aparentemente, como parte de esta nueva cultura republicana, todavía estamos esperando una ley de inmigración justa'', dijo en una corta conversación con El Nuevo Herald.
El martes por la noche los republicanos presentaron al gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, como un paradigma de la inmigración moderna, pero para los demócratas fue un ejemplo de esa dualidad.
El actor de cine devenido político trató de captar la atención de los inmigrantes con su historia personal y política, muy distante de la realidad económica de la gran mayoría de los hispanos.
Pero obvió algo tan emblemático y real como su oposición a conceder licencias de conducir a indocumentados, señalaron los demócratas.
Ferrer es de los que cree que el presidente George W. Bush, pese a saber hablar español, no ha entendido la clave de la sociedad hispana estadounidense. ''Son nuestras clases media y trabajadora'', dijo.
Ferré argumentó que en últimos cuatro años los republicanos se han preocupado más en ir a la guerra, que en aceptar la emigración.
''El proyecto del presidente Bush [de conceder permisos de trabajo temporales] está parado hace dos años, ¿dónde está el interés de que habla?'', preguntó Ferrer, de quien se rumorea que volverá a ser candidato a la alcaldía de Nueva York.
En el fondo, la frustración que Ferrer asume tiene que ver con su experiencia en una ciudad donde los pequeños negocios son el motor de la economía local, y donde su entorno se ha visto visiblemente afectado por lo que él llama ``el injusto recorte fiscal diseñado exclusivamente para favorecer a los más ricos''.
Lo que Ferrer posiblemente no sabe, es que sus preocupaciones son también compartidas por un sector republicano, que admite claramente que su partido no ha sabido diseñar una política clara hacia la inmigración.
Un par de legisladores republicanos que pidieron no ser identificados, porque ``ahora nuestro mensaje debe enfocarse en el presidente", dijeron claramente a El Nuevo Herald que muchos en su partido no entienden la necesidad de una política migratoria.
Dieron a entender claramente que hay una división en el partido al respecto, que se ha extendido a la misma Casa Blanca.
''Mi impresión es que Bush está atento al problema migratorio, tuvo una iniciativa en ese aspecto, pero gente de su entorno ha estado concentrada en la guerra y dejó de lado el tema. Lo más probable es que el Presidente se concentre de nuevo en el tema después de la reelección'', dijo uno de ellos, refiriéndose al proyecto presentado el año pasado de conceder permiso de trabajo temporales a trabajadores emigrantes y que permanece engavetado desde entonces.
El proyecto resurgió esta semana incluido en la plataforma republicana, donde los temas de inmigración ocupan 21 líneas distribuidos en dos párrafos, también al parecer después de muchos esfuerzos.
''Hubo una resistencia en eso. Hay gente en el partido que piensa que la inmigración no es un tema importante, que ni siquiera debía ser incluido en la plataforma, pero es un hecho que el presidente los forzó a hacerlo'', dijo a El Nuevo Herald, el director de la Administración Federal de Pequeños Negocios, Héctor Barreto, admitiendo tácitamente el cisma en las filas republicanas.
Uno de los que se resisten a los inmigrantes es el controversial congresista por Colorado, Tom Tancredo, quien se opone a la reunificación familiar de los no ciudadanos y no quiere ver en suelo estadounidense un solo trabajador extranjero especializado.
Tancredo fue de los que votó por forzar a los hospitales públicos a indagar la situación migratoria de los enfermos como condición para recibir fondos adicionales para asistir a indocumentados. Además ha logrado recabar hacia su postura el voto de 160 colegas republicanos, ninguno del sur de la Florida.
''Siempre se ha asumido que la inmigración es positiva. Pero lo cierto es que los inmigrantes deprimen el mercado laboral con bajos salarios, aumentan el número de personas en la pobreza y la cantidad de personas sin seguro médico'', sostuvo Tancredo ayer, en un debate en el marco de la convención.
Su colega demócrata por Nueva York, Anthony Veiner, le contestó diciendo que Tancredo representa la ''esquizofrenia de los republicanos'' en materia de inmigración, un partido que quiere cortar la ayuda a la policía de Nueva York porque no persigue a los indocumentados.
''Tancredo es un pájaro folclórico. Pero el partido republicano tiene un problema: su alma es intrínsicamente anti inmigrante'', dijo Veiner.
NUEVA YORK
Al antiguo presidente municipal del Bronx se le arquean las cejas cuando escucha a los republicanos hablar de política migratoria. Para el demócrata Fernando Ferrer, en este aspecto ``estamos hablando dos idiomas diferentes''.
Básicamente, explicó, hay una diferencia clara entre lo que se dice en la Convención Nacional Republicana y lo que cuatro años del presidente George W. Bush han significado para los inmigrantes.
''Uno de los valores de Estados Unidos ha sido siempre reconocer la contribución de los inmigrantes, y ellos lo dicen. Pero aparentemente, como parte de esta nueva cultura republicana, todavía estamos esperando una ley de inmigración justa'', dijo en una corta conversación con El Nuevo Herald.
El martes por la noche los republicanos presentaron al gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, como un paradigma de la inmigración moderna, pero para los demócratas fue un ejemplo de esa dualidad.
El actor de cine devenido político trató de captar la atención de los inmigrantes con su historia personal y política, muy distante de la realidad económica de la gran mayoría de los hispanos.
Pero obvió algo tan emblemático y real como su oposición a conceder licencias de conducir a indocumentados, señalaron los demócratas.
Ferrer es de los que cree que el presidente George W. Bush, pese a saber hablar español, no ha entendido la clave de la sociedad hispana estadounidense. ''Son nuestras clases media y trabajadora'', dijo.
Ferré argumentó que en últimos cuatro años los republicanos se han preocupado más en ir a la guerra, que en aceptar la emigración.
''El proyecto del presidente Bush [de conceder permisos de trabajo temporales] está parado hace dos años, ¿dónde está el interés de que habla?'', preguntó Ferrer, de quien se rumorea que volverá a ser candidato a la alcaldía de Nueva York.
En el fondo, la frustración que Ferrer asume tiene que ver con su experiencia en una ciudad donde los pequeños negocios son el motor de la economía local, y donde su entorno se ha visto visiblemente afectado por lo que él llama ``el injusto recorte fiscal diseñado exclusivamente para favorecer a los más ricos''.
Lo que Ferrer posiblemente no sabe, es que sus preocupaciones son también compartidas por un sector republicano, que admite claramente que su partido no ha sabido diseñar una política clara hacia la inmigración.
Un par de legisladores republicanos que pidieron no ser identificados, porque ``ahora nuestro mensaje debe enfocarse en el presidente", dijeron claramente a El Nuevo Herald que muchos en su partido no entienden la necesidad de una política migratoria.
Dieron a entender claramente que hay una división en el partido al respecto, que se ha extendido a la misma Casa Blanca.
''Mi impresión es que Bush está atento al problema migratorio, tuvo una iniciativa en ese aspecto, pero gente de su entorno ha estado concentrada en la guerra y dejó de lado el tema. Lo más probable es que el Presidente se concentre de nuevo en el tema después de la reelección'', dijo uno de ellos, refiriéndose al proyecto presentado el año pasado de conceder permiso de trabajo temporales a trabajadores emigrantes y que permanece engavetado desde entonces.
El proyecto resurgió esta semana incluido en la plataforma republicana, donde los temas de inmigración ocupan 21 líneas distribuidos en dos párrafos, también al parecer después de muchos esfuerzos.
''Hubo una resistencia en eso. Hay gente en el partido que piensa que la inmigración no es un tema importante, que ni siquiera debía ser incluido en la plataforma, pero es un hecho que el presidente los forzó a hacerlo'', dijo a El Nuevo Herald, el director de la Administración Federal de Pequeños Negocios, Héctor Barreto, admitiendo tácitamente el cisma en las filas republicanas.
Uno de los que se resisten a los inmigrantes es el controversial congresista por Colorado, Tom Tancredo, quien se opone a la reunificación familiar de los no ciudadanos y no quiere ver en suelo estadounidense un solo trabajador extranjero especializado.
Tancredo fue de los que votó por forzar a los hospitales públicos a indagar la situación migratoria de los enfermos como condición para recibir fondos adicionales para asistir a indocumentados. Además ha logrado recabar hacia su postura el voto de 160 colegas republicanos, ninguno del sur de la Florida.
''Siempre se ha asumido que la inmigración es positiva. Pero lo cierto es que los inmigrantes deprimen el mercado laboral con bajos salarios, aumentan el número de personas en la pobreza y la cantidad de personas sin seguro médico'', sostuvo Tancredo ayer, en un debate en el marco de la convención.
Su colega demócrata por Nueva York, Anthony Veiner, le contestó diciendo que Tancredo representa la ''esquizofrenia de los republicanos'' en materia de inmigración, un partido que quiere cortar la ayuda a la policía de Nueva York porque no persigue a los indocumentados.
''Tancredo es un pájaro folclórico. Pero el partido republicano tiene un problema: su alma es intrínsicamente anti inmigrante'', dijo Veiner.